Continua la Muestra de Mujeres invisibles.
Francisco José Rodríguez da visibilidad a Clara Campoamor, abogada:
Nacida en Madrid en 1888. Hija de costurera y empleado de un periódico. Tras la muerte de su padre deja sus estudios para apoyar económicamente a su familia. Trabajó de modista, dependienta y telefonista al tiempo que estudiaba. Terminó el bachillerato y consiguió licenciarse en derecho en 1924, ya con 37 años.
En 1914 había ganado una plaza en el Ministerio de Instrucción Pública con el primer puesto de la oposición, trabajo que alternó con el de traductora de francés, auxiliar de mecanografía y secretaria.
En 1925 se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, tan solo un mes después que Victoria Kent.
Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, al tiempo que se interesaba por la política.
Clara Campoamor creció al mismo tiempo que lo hacia el movimiento feminista en España. Fue firme defensora del sufragio femenino. Apoyó el divorcio, lo cual permitía la disolución del matrimonio en situaciones determinadas.
Clara Campoamor estaba convencida de que la República debía contar con las mujeres y que estas debían ser iguales a los hombres.
En 1929 , junto a otras mujeres, consigue la legalización de la Asociación Universitaria Femenina y la Liga Femenina Española de Paz. Su objetivo la búsqueda de la justicia y la protección de los colectivos más desprotegidos, mujeres y niños.
Lucho por la abolición de la prostitución, la pena de muerte y el trabajo infantil y la igual-dad de derechos así como por lograr el voto femenino.
En las elecciones de 1931, Clara Campoamor fue elegida diputada por la circunscripción de Madrid. En ese momento, las mujeres podían ser elegidas pero no votar.
En el periodo de Cortes Constituyentes, formó parte del equipo de veintiún diputados que elaboró el proyecto de la nueva constitución. En este grupo luchó luchó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal.
Lo consiguió todo excepto el voto femenino que hubo de debatirse en el pleno de las Cortes.
El debate final celebrado el 1 de octubre fue un acontecimiento. Campoamor fue considerada como la vencedora y la aprobación del artículo 34 que posibilitó el sufragio femenino se logró con 161 votos a favor por 121 en contra. Contó con el apoyo de la mayor parte del Partido Socialista —con algunas excepciones importantes como la de Indalecio Prieto—, buena parte de la derecha, casi todos los diputados de Esquerra Republicana de Catalunya y pequeños grupos republicanos como los progresistas y la Agrupación de Defensa de la República.
En contra votaron Acción Republicana, el Partido Radical Socialista y, lo que más pudo contrariar a Clara, el propio Partido Radical salvo otros cuatro compañeros
En el debate, Clara Campoamor se enfrentó a otra diputada contraria al voto femenino, Victoria Kent.
El voto femenino dejó de ser una ilusión y comenzó a hacerse realidad en el siglo XX. En un contexto de desigualdad social, una modista, dependienta y telefonista, fue la ma-yor activista a favor del derecho de las mujeres.
No fue hasta las elecciones de 1933, cuando las mujeres pudieron manifestar su voto, haciéndose una realidad el sufragio femenino.
Ni Clara Campoamor, ni Victoria Kent consiguieron renovar sus escaños en las elecciones de 1933.
Al estallar la Guerra Civil se exilió en Ginebra. Posteriormente vivió en Buenos Aires donde se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías.
Publicó 29 textos divulgativos en la revista femenina Chabela entre 1943 y 1945 e hizo traducciones del francés, por ejemplo de Víctor Hugo y de Émile Zola.
En 1955, se instaló en Lausana (Suiza) donde trabajó en un bufete de abogados hasta que perdió la vista. Murió de cáncer el 30 de abril de 1972.
Con las ideas claras, subió al estrado para defender que el principio de igualdad estaba por encima de los intereses del Estado.
“Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su derecho como ser humano “