Dentro de las actividades programadas con motivo de las Jornadas Cultuales Mujer 2021 en Montiel, comenzamos con este muestra de "Mujeres invisibles" donde el Grupo de chicos y chicas "Quintos" de Montiel darán visibilidad a mujeres con una trayectoria vital importante, pero a las cuales no se les ha dado suficiente protagonismo, por esto aquí queremos dedicarles este recuerdo.
Comienza Nicolás Herrera, quien nos presenta a J. Inés Asbaje:
Juana Inés de Asbaje y Ramírez, conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, nació en San Miguel de Nepantla (Mexico) en 1651 y murió en 1695.
Esta escritora mexicana es considerada la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII.
Al poco tiempo de nacer, sus padres se separaron y sor Juana Inés pasó su infancia con su abuelo hasta la muerte de este en que su madre tomó las riendas de las haciendas.
Aprendió a leer y escribir a los tres años, al tomar lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.
Gracias a la biblioteca de su abuelo, se aficionó a la lectura, leyendo los clásicos griegos y romanos y la teología del momento. A los ocho años escribió su primera loa en honor al Santísimo Sacramento.
En su ambición por saber intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre puesto que las mujeres no podían acceder a la misma.
A los catorce años fue dama de honor de la esposa del Virrey, brillando en la corte de Nueva España por su habilidad en el verso y su erudita y viva inteligencia.
Juana Inés de Asbaje se convirtió en monja para evitar que la casaran y tener que pasar la vida atendiendo a maridos e hijos. Sor Juana prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales. Su vocación era la lectura y el conocimiento y la única manera de lograrlo era entrar en el convento.
“Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros.
Ingresó en las carmelitas descalzas de México donde permaneció cuatro meses hasta que lo abandonó por haber enfermado.
Dos años más tarde ingresó en la Orden de san Jerónimo de regla menos rígida donde permanecería hasta su muerte. Vivió rodeada de unos 4.000 libros, ya que los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas.
Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales. En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro hasta ensayos filosóficos y estudios musicales.
Sor Juana Inés de la Cruz, enfrentándose al obispo de Puebla, el que le había recomendado se dedicara a la vida monástica que era más acorde con su condición de monja y mujer y no a la reflexión teológica que era oficio más reservado a los hombres, reivindicó el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento “no sólo les es lícito, sino muy provechoso”.
Aún así, la crítica del Obispo hizo que vendiera su biblioteca y todo cuanto poseía, destinándolo a beneficencia, consagrándose a la vida religiosa.
Murió el 17 de abril de 1695 a consecuencia de una epidemia que causó estragos, particularmente en el convento, donde murieron nueve de cada diez monjas enfermas.
Según Octavio Paz, fue una poeta intelectual y una de sus más insignes escritoras del Siglo de Oro de las letras en español.
Luchó y alzó su voz por la igualdad de las mujeres, enfrentándose a los convencionalismos de la época que no veían con buenos ojos que una mujer mostrara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.
La influencia del barroco español se percibe en la producción lírica y dramática de su obra, sin llegar a oscurecer su originalidad profunda.
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
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